Mas allá del otoño anticipado, la mañana esta muy soleada en Madrid; y es la primera noche que duermo como la gente desde que salí de casa el martes por la tarde.
Honestamente, pensé que irme de viaje solo unos días, aunque sea por trabajo, me iba a ayudar a dormir bien. Un hijo bien chiquito, al que le decimos que es grande para que vaya confiado al “cole”, y que todavía duerme a los tumbos, hace de nuestras noches un ménage a trois, prácticamente, cotidiano. Y cuando te patean la cabeza, cinco o seis veces por noche, digamos que el descanso no suele ser el mejor.
Vuelo largo, seis horas de diferencia horaria y nervios de avión (ya tan habituales que hasta a mi que molestan) me hicieron llegar bastante mas cansado que el viajero habitual de negocios.
Me disponía a dormir, un rato al menos, en la fría mañana madrileña, pero decidí compartir el desayuno con mi viejo, al que no veía hace tres meses y que había llegado solo un día antes. Una charla para ponerse un poco al día, y la posterior corrida obligada y rutinaria de mi progenitor, desembocaron en un breve, pero intenso, romance con Morfeo que solo me duró dos preciosas horas.
Me quedaba todo el día por delante (eran las 11.30 am), y una cena con clientes programada para las 21.30; bien tarde, por suerte. En definitiva, un día de 36 horas con solo dos de sueño.
Me desperté sobresaltado cerca de las 2.30 am porque mi viejo conversaba con Buenos Aires como si fuesen las 12 del mediodía. No entendía nada. Me había dormido cerca de la una rendido por el cansancio. La luz del cuarto estaba prendida como si nada y el hablaba a los gritos solo porque la llamada era de larga distancia y había que marcar muchos números. Lo quería matar.
Volví a conciliar el sueño cerca de las 5 de la mañana en una mezcla de jet lag, nervios nocturnos, y mañana biológica.
Creí que soñaba cuando escuché un iPhone que anuncia la llegada de un mail.
Mi viejo se levantó como si perdiésemos el avión de vuelta a casa y corrió a ver un mail que, aunque no lo reconozca todavía, estoy seguro era de .... “Conozca las cataratas por 1,500 pesos”. Tipeó un par de letras .. tic, tic, tic, tic y gritó:
- ¡Vamos todavía!, Vélez le ganó a Boca ....... me escuchaste Javi, le ganamos a Boca, gol de Cristaldo.
- eh ...mrsmrssnmmr .... nomelopodiasdecirmaña ...?
- Qué grande ... siguió; estaba seguro que ganábamos.
Me dormí como pude unos 20 minutos después, no dando crédito a lo que pasaba.
Se volvió a levantar cerca de las 8.30 am ... y corriendo las cortinas, bien corridas, para que entre todo el sol de la mañana lo escucho que me dice:
- che Javi ......... ¿dormís?