lunes, 19 de octubre de 2009

El cliente nunca tiene razón

Estuve cenando, el sábado por la noche, en el restaurante italiano de “mi amigo” Nicola.

Muy a pesar de llegar sobre la hora, de la fiesta privada que ocupaba medio restaurante, y que Nicola no estaba por ningún lado, conseguimos mesa bastante más rápido de lo habitual, un poco por esta moda mundial de crisis que, no solo nos acojona y nos pone tensos, sino que ya vive arraigada en las mentes de todos nosotros.

Llegó un mozo nuevo, todo transpirado. Chiquito, canchero y algo ansioso, era una mezcla de Carlitos Tévez - el jugador argentino - y Tatú, el de la isla de la fantasía; aunque algo más alto que este último, sin el traje blanco y, obviamente, sin Ricardo Montalbán. Estaba apurado, como si llegase tarde a algún lado. Nos tomó el pedido de las bebidas de memoria, y se fue mas rápido de lo que llegó.

Me quede con ganas de pedir una copa de vino, entonces lo vuelvo a llamar. Le hubiese gritado ...- ¡Tatú!, pero me contuve.

- ¿Señor? me dice con mas sorna que respeto, casi adivinando mi intención.
- ¿No me traés una copa de Kendall Jackson Chardonnay, por favor?
- Ese no tenemos, me dice como un autómata, pero le puedo ofrecer Sterling.
- ¿Chardonnay?
- Por supuesto.
- Está bien traeme ese entonces.

Al rato aparece otro mozo, segundón, de moño naranja, aparentemente secuaz de Tatú. Me deja el vino y se va.

Era Termidor californiano de litro. Lo llamo entonces al del moño que recién se iba, tragandome rápido el kerosene.

- Disculpame. Mirá, fijate bien. Yo pedí Sterling Chardonnay y esto es otra cosa. ¿No me lo cambiás por Sterling?

Vuelve el petiso como una tromba, bastante enojado conmigo.

- Señor, el vino que Usted pidió es este.
- Entonces cambiamelo, yo te lo pago, no hay problema; pero este no me gusta y no tengo ganas de discutir.
- Si quiere le traigo la botella y se lo sirvo acá, me dice como tratándome de tarado.
- Como quieras, (Tatú) pero que no sea el mismo.

Viene con la botella - nuevita, recién abierta - y me sirve con la otra manito atrás.
- Pruebe, me dice.
Obvio era otro. - Vamos a hacer una cosa (Tatú), traé el primero y los comparamos; tomamos los dos.
- Ya lo tiré, señor. Se da media vuelta y se va.

Me quedé loco. Comí mascullando bronca y maldiciendo en silencio.

No vengo más, pensaba. Es la última vez. Siempre me pasa lo mismo.

El petiso, mientras tanto, aparecía a cada rato, servía agua, traía pan y me hacía caritas; o yo me las imaginaba, no se. El caso es que cada vez me ponía mas nervioso y seguía pensando ...
Es barato, pero es una m ... ; siempre me hacen ese jueguito del vino .. ¿Y si el petiso me escupió la comida?

Estábamos terminando el plato principal, yo queriéndome ir, mi mujer mas enojada que yo, pero conmigo, cuando aparece Nicola contento, de la nada, hecho unas pascuas.

- Maestro, ¿comme vai? (nunca sabe como me llamo)
- Acá Nicola, ¿vos?
- Benne, benne, me dice ... y yo veía que la miraba a mi mujer. Siempre lo mismo el Tano este. Se hace el amigo mío pero, en realidad, se acuerda de ella.
- Estuvo ieri tu amigo Enrique, el piccolo, el chiquito ...
Ah si, si (no tengo ningún amigo Enrique. Octavio se llama, pero para que le voy a aclarar, si igual no se va a acordar)

Ascolta ... le dice a Tatú. - Me le trae un tartuffo, due tiramissu y café a todo .... invito io.

Vino la cuenta al rato y, además de los postres, Nicola tampoco me había cobrado el vino.

Volveré, dijo Evita ..... y creo que yo también.
Con tecnología de Blogger.