lunes, 26 de octubre de 2009

Con...jugá conmigo

En general, uno se vuelve algo más patriota, tanguero y telúrico cuando está lejos de su país. No se porqué, pero las cosas malas tienden a olvidarse, lo bueno suele ser mejor y algunas cosas, lindas pero no tanto, llegan al extremo de la idealización.

Ya no hay nubes, sudestadas, lloviznas, ni agostos grises y húmedos; solo inviernos de cielo azul, mañanas frías, y heladas que brillan en el tibio sol del invierno.

A todo el que nos quiera oír, le contamos que no hay ciudad como Buenos Aires, que nunca habrá carne como la nuestra y que las mujeres argentinas son las mas lindas del mundo. Olores que acá no están, sabores inexistentes y las recuerdos nítidos de aquello que siempre nos pertenece, suelen agigantarse en nuestra memoria y, por ende, en nuestros relatos.

Y nuestros hijos crecen con eso. Por nuestro ojos ven una Argentina, inexistente e idílica, que también es de ellos; pero que no sienten, ni entienden. Sin embargo, y en un guiño cómplice, nos dan el beneficio de la duda y, ellos también, cuentan nuestras cosas, nuestros cuentos e historias no vividas, casi como propias. Hablan “argentino” cuando el interlocutor demanda y su castellano, que evidencia vestigios extranjeros, nunca es confundido con el de otra nación.

Pero a veces se les hace cuesta arriba. El contacto constante con un idioma que si es propio, y que maneja los hilos de su razonamiento mas primario, los pone a prueba a medida que crecen y las conversaciones toman vuelo. Ya no alcanza con ¿Cómo te llamás? o ¿Cuantos años tenés?. Las preguntas están a la medida de su edad, y también han de estarlo sus respuestas.

Por suerte el colegio es bilingüe, solo que “al revés”. Gracias a una iniciativa del gobierno español, muchas de las escuelas públicas de Miami han incorporado un programa nuevo bastante ambicioso.

Pero, hay mas tarea. Mucho para leer, mucho mas para escribir. Historia, geografía y, por supuesto, lengua.

El otro día mi mujer la ayudaba a mi hija del medio con unas conjugaciones de verbos regulares.

- A ver decime. Si yo te digo: Yo voy, tu vas, el va, nosotros vamos .... vos ¿qué me decís? .... ¿Ellos?
-¿Vienen?
- No, no, no. ¡Ellos van! Dale, si vos sabés como es, no me hagas perder el tiempo. Si te digo. Yo leo. Tu ...
- lees
- El ...
- lee
- Nosotros ...
- leemos
- Muy bien. Ves como podés cuando querés. Ves que si estás concentrada te salen bien. Bueno la última y te vas a ver la tele, dale. Pero vamos a hacerlo más difícil. Yo te digo la segunda persona del singular, y vos me decís la primera. ¿Dale?
- No entiendo.
- Claro ... Yo te digo "el", y el verbo; y vos me decís “yo”. ¿OK?
- OK
- El .... trabaja
- ¿Qué era lo que tenía que decir?
- ¡Yo!
- Ah ...si, si, si. Yo .... no trabajo.
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