Recorro los canales de aire, una y otra vez, y no consigo encontrar algún programa potable que logre entretenerme. Paso por el 2, por el 7, por el 9, por el 11 y hasta por el 13; pero todos parecen querer vender lo mismo. Discursos vulgares de programas de farándula, conductoras sexis que prometen dinero a cambio de llamadas, noticieros de malas noticias y los alienados de la casa de Gran Hermano que parecen no haber cambiado, muy a pesar de casi 10 años ininterrumpidos al aire y 9 cambios de temporada.
Hacía algo menos de un año que no miraba televisión en Argentina y, honestamente, esperaba algo mas. Pensé que once largos meses de abstinencia televisiva local serían suficientes para un cambio verdadero. Me ilusionaba con un cambio genuino, profesional, mas acorde con los estándares internacionales.
Algunos dirán: - La tele argentina llega a todos lados. Hay ediciones internacionales en toda América, programación por internet. Pero diferido, en cuenta gotas y desde Miami, nunca es lo mismo que de local, con la tele de tubo y la magia, única, del control remoto enfundado en una bolsa de nylon. La visión desde afuera es parcial, el análisis igual de limitado y las conclusiones muchas veces injustas.
Esta vuelta, sin embargo, me quedé con el folklore y la teluria. En esta oportunidad, como nunca antes, la tele, creo, ha empeorado. La programación de aire es monótona, la oferta decididamente mala y limitada. Todo parece ceñirse a la fama efímera de algunos personajes de consumo doméstico.
Protagonistas de “Bailando por un Sueño”, integrantes de algún “Gran Hermano” o futbolistas devenidos animadores son arte y parte de la escena local. Se han convertido en conductores, protagonistas y hasta en actores. Invitados a todos los programas de su canal opinan de todo, durante todo el día: política, derechos humanos, educación, sexo y hasta se precian de dictar moda y tendencia.
Son tan odiados como idolatrados. Encabezan propagandas en marquesinas callejeras, cantan en radios de todo el país y serán protagonistas de obras de teatro en la próxima temporada estival. Se codean con la alta sociedad, con ministros de gobierno y venden su vida social a las revistas.
La Argentina parece haberse quedado sin ejemplos, sin referentes verdaderos. Y la tele, que llega a todos lados sin distinguir clase, raza ni religión, se hace eco primero que nadie. Caras, hace un año desconocidas, han ocupado el lugar vacante. Son centro de discusiones en reuniones de amigos, en mesas de negocios. Sus dichos, su accionar, sus dimes y diretes se comentan en los pasillos de las oficinas, en la calle, en los colegios y en los taxis.
Los mas osados quieren ser dirigentes: diputados, senadores y hasta presidentes. Sin preparación alguna enarbolan banderas políticas y recitan discursos populistas solo amparados en su flamante rating.
Quizás olvidando que su éxito mediático supone mayor responsabilidad. Peor aun, sin recordar que, en definitiva, son personajes de ficción; creados y contratados por un medio televisivo con el único fin de animar y entretener.
lunes, 20 de diciembre de 2010
Referentes se buscan (para EL MUNDO.ES/AMERICA el 20.12.2010)
lunes, 20 de diciembre de 2010
DESCONTROL REMOTO
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