Hoy fue un día de sensaciones encontradas. Hubo resultados positivos en parte del negocio, porque supimos resolver problemas agregando valor, y eso, aparte de satisfacer mi desafío profesional, me da mucha alegría. Queda aun mucho camino por recorrer, pero un gol, en el primer minuto, siempre hace jugar el partido con mayor tranquilidad.
Desde lo negativo, el temperamento me volvió a jugar una mala pasada en el reclamo de unos reportes y, aunque sin consecuencias, tarde una media hora en recuperar mi “tranquilidad de gestión”. Algunos clientes, por su parte, complicaron “su parte” del trabajo cuando no nos jugaron con todas las cartas y, como consecuencia, perdimos horas de teléfono emparchando y solucionando en vez de enfocar nuestros esfuerzos en crecer.
Un empate a uno digamos; aunque con sabor a derrota porque, sencillamente, no se puede ser tan crédulo.
Me molesta pecar de confiado y defender “a capa y espada” las afirmaciones de mis clientes para que luego no sean ciertas. Son experiencias que aleccionan, es cierto, pero que innegablemente cansan y frustran a propios y ajenos.
Por suerte, reina la camaradería en los pocos pasillos de los que disponemos. Quizás esta simple afirmación prime por sobre las alegrías temporales y los vaivenes de los negocios; sencillamente porque sienta las bases para que los éxitos sean una consecuencia.
miércoles, 25 de marzo de 2009
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