Es bueno saber que uno no trabaja en vano y que su esfuerzo cuenta. No hablo de sueldos, bonos, ni comisiones por ventas; sino de las satisfacciones simples que solo se dan una vez cada tanto.
Hace tiempo penamos con un cliente y con sus malos tratos; sus ínfulas de ciudadano de mundo (que por supuesto no es), su tozudez (que solo oculta malas intenciones); y peor aun, con su ignorancia (que es quizás la peor de todas sus características) que lo vuelve peligroso y harto impredecible; y que le impone, día a día, una autosuperación que ... ¡no he visto en veinte años de carrera!
Las circunstancias hicieron que, por una causa o por otra, tuviéramos que confrontarlo para obtener aclaraciones de fechas, declaraciones, reportes y algunas precisiones.
Por nuestro lado: pagos graciables, corridas y angustias. De la otra parte: discusiones de oídos sordos; amenazas (de esas de empujones que nunca llegan a pelea) típicas del que nada tiene de valiente; y la vehemencia de aquel que sabe que algo oculta.
Nunca perdimos la coherencia y mucho menos la linea; quizás por eso festejamos por el triunfo de la verdad. Celebramos por el reconocimiento explícito de nuestra labor por parte de sus jefes; pero quizás mas importante, por estar convencidos siempre que las cosas tienen un solo modo de hacerse.
martes, 31 de marzo de 2009
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