Anoté el titulo de esta nota unos días atrás y no encontraba la mejor forma de redondearla. Es cierto que el tema puede ser bastante amplio, y existen varias acepciones válidas a la hora de hablar de ética; pero, en cualquiera de los dos casos, el análisis me resultaba bastante repetido e incluso hasta un poco aburrido.
Curiosamente la linea argumental de este “post” (ayer me enteré que este es el mejor nombre de una nota de blog) no surgió como consecuencia de los vaivenes diarios del trabajo, sino tras la visita al médico de uno de mis hijos.
Si no lo habían notado antes, los consultorios médicos en los Estados Unidos son llamados oficinas por la mayoría de la gente, incluso esa es la denominación que utilizan las recepcionistas cuando uno pretende coordinar una visita. Creanme no es un nombre genérico, sino la referencia simple que confirma que los consultorios son negocios iguales a los nuestros.
Negocios que no solo tienen oficinas, sino clientes; proveedores y una organización idéntica a cualquier otra actividad remunerada; que no discuto, pero que, al igual que en cualquier prestación de servicio a cambio de dinero, debe primar una ética quizás mas exigente a la de otros rubros por la sola administración de salud en lugar de inanimados papeles.
La salud privada en este país es quizás uno de los servicios mas caros y menos asistidos. Si a tamaña condecoración le sumamos comisiones colaterales como consecuencia del recetado de un medicamento, visitas cobradas nuevamente ante el control ¿efectivo? de un tratamiento prescrito solo unos días antes, o el triple del costo de la visita por la atención a domicilio luego del horario de trabajo, los galardones no hacen mas que apilarse.
Usualmente nada se puede discutir, porque los cuadros son harto cambiantes y nada previsibles; las citas no se honrar en tiempo y forma y los llamados no son devueltos casi nunca.
No quiero pasar por “naive” y mucho menos por lírico, pero su negocio, como el nuestro, es uno y único: prestar un servicio a cambio de una remuneración. Solo imaginen la caída de productividad que cualquier otra actividad experimentaría con semejantes prerrogativas: costos adicionales según el caso, recargos cuando hay o no hay un seguro de por medio y cuando el trabajo sin terminar prevé nuevos honorarios.
Celebro el éxito económico como consecuencia del trabajo duro en cualquier disciplina y soy harto defensor del capitalismo en la mayoría de sus formas, pero no justifico el dinero como procedimiento, meta y único fin.
Me reconforta saber que no todos son iguales. Que hay muchos que conocen sus prioridades y que entienden que su negocio nada tiene que ver con comisiones adicionales, ni atenciones incompletas.
Me pongo de pié por aquellos que prestan servicios en zonas de guerra, que extienden su ayuda a los mas necesitados sin pedir nada a cambio, y que nada tienen que ver con el contenido de esta nota.
lunes, 20 de abril de 2009
Con tecnología de Blogger.