Tuvimos la "suerte" de ir al mismo colegio toda la vida, con los mismos amigos y rodeados de la misma gente; siempre. Era un lugar único, casi mágico, donde todo parecía estar hecho a nuestra medida y donde nada quedaba librado al azar. (Es el día de hoy que no recuerdo si algo, alguna vez, nos tomo por sorpresa)
No había lugar ni persona a la que no conociésemos. Todo nos era extremadamente familiar, casi como si fuese de nuestra propiedad. No había riesgos, al menos aparentes, y el plan mas riesgoso al que nos enfrentábamos semanalmente consistía en correr doce minutos en un busca de un tonta estadística municipal; saltar vallas un miércoles en una gloriosa tarde de sol; o mezclar alguno que otro ingrediente en un laboratorio de esos que solo se ven en las películas.
Pasábamos por la vida, casi como turistas y, sinceramente, no podíamos pedir mas, éramos “chicos privilegiados”; o al menos eso creíamos, porque la realidad nos golpeo de frente cuando salimos al ruedo grande.
Estábamos dotados de una preparación formal única; pero producto de nuestra falta de experiencia práctica, sufrimos al “enfrentarnos” con clases sociales distintas. Aquellos de mayor “pinet” nos abrumaban; mientras que los de menos recursos, pero algo más pícaros; solían tener bastante mas “calle” que nosotros.
Parece imposible que una empresa puede parecerse a un colegio o una universidad. Sin embargo, y mas allá de las obligaciones propias del negocio, nuestras actividades nos mueven en un solo sentido y dentro de un único circulo. Somos cautivos de un mercado al que conocemos bien; pero que no nos propone desafíos constantes y renovados. Somos “expertos” en lo que hacemos y estamos altamente capacitados para llevar nuestro barco a destino; siempre y cuando las condiciones y lineamientos de nuestra actividad no desvíen mucho su rumbo. De alguna manera, corremos riesgos similares a aquellos a los que nos enfrentamos cuando chicos.
Sin embargo, los últimos acontecimientos, a los que se ha enfrentado el mundo corporativo mundial, han probado ser extremadamente cambiantes; flexibles y, por sobre todas las cosas; distintos a lo que estábamos acostumbrados.
Somos nosotros mismos los responsables directos, no solo de nuestra preparación, sino de nuestra constante adaptación a un mercado cambiante y evolutivo, donde nuestro negocio pueda, no solo cambiar, sino mutar completamente para convertirse en otro.
Corremos, como entonces, con algunas ventajas comparativas. Aprovechemos el bagaje de nuestro “roce internacional” adquirido durante los últimos años; y seamos capaces de liderar el camino de cambio y constante renovación apoyando a los mas jóvenes. Sepamos siempre que las experiencias se viven; pero nunca se pueden transmitir.
lunes, 6 de abril de 2009
Con tecnología de Blogger.