Este es el país del crédito; o por lo menos lo era antes de la crisis esta mundial, que a todos nos toca, y que ahora parece haberse esfumado, por arte de magia, a manos del surgimiento de la gripe porcina. (La crisis es la que se esfumo ... no sus efectos en nosotros !).
Hace algunos años, y cuando todavía el crédito era bastante fácil de conseguir, decidimos cambiar alquiler por hipoteca y nos animamos a comprar una oficina bastante linda.
Lo bueno de tener algo propio es que uno, en su casa, siempre hace lo que quiere .... o por lo menos esa suele ser la creencia popular.
Como el edificio no es de esos súper modernos, nos comentaron al mudarnos, que los servicios eran comunes y estaban incorporados en el costo de las expensas. La verdad no nos pareció determinante; y el comentario paso por alto como otra de las 1500 condiciones del manual de copropiedad.
Uno de los primeros días de trabajo sentí algo de frío y baje a la recepción para pedir que bajen un poco el aire acondicionado (o que lo suban ... lo que resulte en “mas calor”)
(lo que sigue no es traducción porque en Miami todo el mundo habla castellano o una variación del mismo)
Javier: - Buenos días
Administradora en el escritorio del Portero: - Buenos días .. en que lo puedo ayudar.
Javier: - Mire ... hace unos días que nos mudamos y no sabemos muy bien como se regula el aire acondicionado ... ¿podrían subirlo un poco, para que no haga tanto frío ?
Me di vuelta diciendo gracias y descontando la respuesta ....
Administradora: - No
Javier: - ¿Como que no?
Administradora: - No señor, como administradora del consorcio tengo la obligación de tener el aire siempre de esa manera.
No me gustó mucho la respuesta, pero la verdad es que afuera el sol era un soplete a pesar del “invierno” local, y por ahí era yo el que estaba muy quieto o destemplado.
Me compre un café con leche, en el bar de afuera, y subí como si nada.
A los pocos días, llego el invierno verdadero de Miami; que nada tiene de intenso, pero que puede tocar los 10 grados centígrados por lo menos una semana al año.
Llegué esa mañana como cualquier otra y, como hacia bastante frío, aposté al calor de la oficina dejando el sweater en el auto. Descubrí, con sorpresa, que el aire estaba como cualquier día de 30 grados; como si viviésemos en una estación espacial, aislados de todo, herméticamente, donde el exterior nada tiene que ver con el interior.
Apelando al sentido común, volví a bajar a la recepción, y volví a encontrar a la administradora en el puesto del portero.
Javier: - Buenos días
Administradora en el escritorio del Portero: - Buenos días .. ¿en que lo puedo ayudar?
Javier: - Mire ... como hoy hace mas frio de lo normal; ¿no podrían subir un poco el aire para que no haga tanto frío?
Me di vuelta diciendo gracias y descontando la respuesta ....
Administradora: - No
Javier: - ¿Como que no?
Portero: - No señor, como administradora del consorcio tengo la obligación de tener el aire siempre de esa manera.
Javier: - Pero eso me lo dijo un dia que hacia 35 grados, no 10 !
Administradora: - Le repito señor, como administradora del consorcio ....
Javier: - Si, si, si; ya se, tiene la obligación de tener el aire de esa manera ....
Como esas no fueron las únicas veces que pasamos una situación de frío similar, decidimos hablar con otros copropietarios del problema y poner manos a la obra. Luego de mas de un año, y de varios tiras y aflojes, el consorcio, finalmente, logró cambiar la administradora.
Ahora la oficina sigue siendo la misma pingüinera de siempre. Solo que cuando discutimos con la administradora, lo hacemos en inglés.
domingo, 10 de mayo de 2009
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