Rankean muy por encima de los zorros grises, los referis de fútbol argentino, y hasta los celadores (jóvenes) de colegio secundario. Incluso, creo, le pasan el trapo a policías del subdesarrollo, oficiales de inmigración del mundo "desarrollado", y hasta a valets parking de restaurante berreta.
Son peores que los "puertas" de boliche bailable, los vendedores de autos usados (esos de playón sin techo), y mucho peores que los médicos de cirugía estética.
Deben tener un ADN, modificado en el infierno mismo, que les inyectan en su primer día de trabajo como oficiales de seguridad. A partir de ahí, su carácter, de persona normal, cambia para siempre.
No usan armas, porque no están autorizados; pero la insignia esa de plástico, que usan enganchada con un alfiler de gancho, y la gorra esa turquesa toda deformada, parece darles la fuerza de la "super inseguridad".
Dotados de una versatilidad única, operan con gran eficacia en múltiples escenarios. Pueden demorarte por averigüación de identidad, media hora, en la entrada de cualquier barrio cerrado del mundo. Intentarán, por todos los medios, complicar tu acceso a un edificio de oficinas, de esos con tarjetas magnéticas; y serán guardianes celosos de los espacios de estacionamiento en cualquier evento de importancia.
Cuando andan en el "bati carrito de golf" son paladínes de su propia justicia. Hacen diferencia entre dueños conocidos y desconocidos. Como por arte de magia espacios de estacionamiento prohibido se habilitan para los "amigos" que dan propina; y hasta podés jugar al tenis en un barrio en el que no vivis .... Eso si, tenés que tener el mismo ADN que ellos.