Países de culturas centenarias; de conquistadores, trovadores y románticos. Pueblos llenos de tradición. De una sola cultura apasionada y temperamental. Cultores del fútbol verdadero como único deporte lógico; y como parte integrante de sus vidas. Ciudades enteras donde se para todo cuando juega la selección nacional; y donde todos, pero todos, son jugadores, técnicos, críticos y expertos.
Fanatismo entendible, creo, para pueblos que han convivido con este deporte por décadas transmitiendo, esa misma pasión, de generación en generación.
Nunca pensé, sin embargo, que el deporte “pasión” de Miami pudiera ser el Mercado Inmobiliario. Y creanmé; aquí no se habla de otra cosa.
En esta ciudad, el mercado de las propiedades, y sus vaivenes, parece ser un deporte nacional. Se habla en bares, restaurantes, oficinas y hasta los sábados en la playa. Todos se precian de saber, y mucho. Hay gurúes; expertos y amateurs. Divisiones inferiores (porque hasta nuestros hijos saben el precio de sus casas); cracks verdaderos y hasta generaciones de opinólogos profesionales. De esos típicos, que lo que no saben, se lo inventan.
Los carritos de supermercado parecen enarbolar banderas de distintos equipos de rematadores (o realtors como se llaman por acá) con avisos con fotos y todo; y no creo que quepan más revistas, panfletos y volantes con propagandas de casas, o departamentos en venta, en la pequeña cajita que, diariamente, contiene mi correo
No entiendo mucho del negocio, la verdad. Gané teóricamente un montón de dinero que solo me servia en un momento para gastar aun mucho más. Como el mercado bajó; y salimos de “la burbuja” o del “circulo virtuoso” que los expertos solían denominar, perdí parte del dinero virtual que nunca me supe ganar .... en fin.
Este negocio, que nada tiene de simple, y que puede resultar simpático para muchos, debe ser algo frustrante para los que saben de verdad; y hacen de el, no solo un desafió popular y una discusión acalorada, sino su verdadera forma de vida.
Vaya entonces este pequeño homenaje a todos aquellos que hacen de este deporte nacional una profesión seria. A los “realtors” de verdad, que no toman este trabajo como un pasatiempo, para ver su foto en el carrito del supermercado, para sacarse a la mujer de encima, o para ganar algún dinero adicional. También a los constructores serios, a los arquitectos e ingenieros que completan el modelo; pero sobre todo, a aquellos, que aun sin todos estos títulos, hacen de su trabajo un compromiso fiel con su profesión y sus clientes.