Tenía una bermuda un poco más larga de lo habitual, con doscientos cincuenta bolsillos y una “musculosa”, negra y falsa, con una DG brillosa que le marcaba los rollos. Unas gafas gigantes a modo de vincha que, a mi humilde entender, usaba para tapar su insegura e incipiente calvicie ya que era casi de noche y estábamos adentro de un shopping.
La mujer, que todavía debe soñar con ser Jennifer López, estaba vestida para un cumpleaños de 15, pero con la ropa de la agasajada. Parecía un arbolito de navidad. Iba, venía, llevaba y traía mientras cantaba una canción, creo de Ricardo Arjona, que sonaba en la radio del local donde estábamos.
Era un negocio chiquito de esos que venden zapatos de hombre y de mujer que mi abuelo, que era un fenómeno, decía que eran “UNISEF”; en clara referencia a la ambivalencia de sexos en cuanto a la pertenencia del calzado de turno.
Y justamente por ser unisex, y porque, en definitiva, no se sabe para quien es cada cosa, esta mujer, y por ende ese pobre infeliz, se estaban equivocando, y mucho.
Jennifer le decía: - Toma Roberto, pruébate estos ... Ay si, si; te van a quedar bellos. Y le daba un par de zapatos blancos, pero blancos bien blancos, como si fueran una bota tejana pero en mocasín y con suela de goma negra. Un espanto.
Y el pobre Roberto, al que evidentemente le eligen la ropa siempre, no estaba muy convencido. Caminaba atrás y adelante, con los zapatos de duende, y unos zoquetes cortitos de tela color piel, que apenas le asomaban, mirándose en los espejos esos bajitos en los que solo te ves los zapatos.
- Me aprietan, amor. No son muy cómodos.
- Ay..no digas tonterías, si te quedan bellos.
Jennifer, mientras sermoneaba al pobre Roberto, hablaba con el vendedor y lo humillaba todavía más .. - Sabes que pasa ... el no sabe lo que le gusta y si no vengo yo ... ¡No sabe que comprar! Siempre todo se lo compro yo.
Ya me iba, mientras me apiadaba del pobre Roberto, y sufría de solo pensar que iba a andar por la calle con sus blancos zapatos y Jennifer de la mano, cuando finalmente veo que encaran para la caja.
Curioso por la definición de la compra, le pido a una de mis hijas que me acompañe para disimular un poco.
Jennifer, que había elegido los bota tejana-mocasín-blanco, completaba la compra con los zoquetes color piel, que yo pensaba eran solo de prueba, y le decía al pobre Roberto: - Así los usas con estos y no te molestan tanto.