miércoles, 19 de agosto de 2009

Miguel ... El Ratón Facturador

Todo empezó con Disneylandia allá por el año 60. Mickey Mouse, que ya perfilaba para famoso, aun feo y en blanco y negro, era la estrella de la apertura del hoy mítico parque de diversiones.

Un centro de atracciones único, varias veces millonario, que revolucionaba todo lo conocido hasta entonces en materia de entretenimiento. Una obra genial, imaginada y plasmada por Disney, que acercó por primera vez a los adultos al mágico mundo infantil de la inocencia y la imaginación.

Disney reinventó el entretenimiento. Redefinió el parque de diversiones tradicional, ese de la vuelta al mundo, el tren fantasma y los autos chocadores, para convertirlo no
solo en temático, sino en una urbe multitudinaria de parques, hoteles, compras y restaurantes.

El producto completo como nunca visto antes.

Fue imitado y copiado; pero todo lo parecido, aunque muy bueno y rimbombante, nunca tuvo su magia, su toque único. Siempre fue y será, más de lo mismo.

Y el ratón, que era estrella bajo la sombra de Walt, vió su oportunidad dorada cuando su amo no estuvo más. Y se agrandó.


Desde entonces, no hay nadie que lo pare. Ahora es mucho más lindo que antes. Pasó de andar “en cuero” y bombachón, al smoking, los guantes, el moño y la galera. Minnie, que de arranque se enojaba y coqueteaba con otros ratones, lo idolatra y es compañera incondicional (lo que puede la guita)

Tiene un parque en cada continente. Es la estrella del Disney Channel, Radio Disney y el Disney Store (que sirve para venderte aun cuando no estás en Disney).

Es el jefe de Hannah Montana, Los Jonas Brothers y Lightning McQueen. La Cenicienta, Blancanieves y La Bella Durmiente, que lo conocen bien, y lo “bancan” desde el comienzo, no existen; las mandó a cuarteles de invierno.

Las arregla con un DVD 50 aniversario, que ni siquiera va al cine. El Rey León, La Sirenita, Aladino y La Bella (la de la Bestia), que pintaban bien, desaparecieron. Les dió un par de años de cartel y después “freezer”.

Y Miguel sigue ahí. Eterno e Intocable.

En Disney aparece solo en los desfiles. Nunca está en la calle para las fotos, o con el resto de los muñecos que se mueren de calor. El tipo esta guardadito en su casa (tenés que hacer dos horas de cola para verlo) con aire acondicionado y sale, de noche, para ir saludando desde una carroza adentro de una burbuja refrigerada.

Pero no solo de estrellato vive el señor Miguel. Magia tiene; pero no te la regala.

Tiene hoteles de todos los precios, hasta un camping con carpas. Podes comprarle comida, ropa, juguetes, entradas, gorros, discos, videos, juegos, vajilla y hasta palos de golf.

Tiene negocios de navidad, de LEGO, de la Guerra de las Galaxias y el McDonald’s mas grande del mundo. Un pedacito de cada ciudad de Europa con negocios y todo; y hasta un centro de deportes que quisiera tener cualquier club del mundo.

Vende tiempos compartidos, excursiones de pesca, alquila botes y, por un fee adicional (obvio) podés visitar el parque subterráneo.

Como si todo esto fuera poco, tiene cruceros. Si, si. Barcos de esos gigantes que van al Caribe o a Europa y puede, si quiere, mandarte a hoteles propios en cualquier lugar del mundo.

Es dueño de medio Broadway, me olvidaba. Revolucionó el negocio del teatro. Resucitó a Mary Poppins y lo mando a Simba a laburar a Londres.

Lo peor de todo es que me lo banco y lo respeto. Y a mi, como a tantos otros y más de una vez por año, siempre me factura alguna moneda.
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