Por años; amigos, familiares, colegas y vecinos han encontrado buenas excusas para juntarse y celebrar la conclusión de un ciclo, de un nuevo año que terminaba. Y la verdad, poco importaba si el camino había sido bueno, regular o decididamente malo; la cosa era siempre festejar, comer bien y pasar un buen rato.
Con la celebración como consigna diciembre solía ser una maratón de eventos, comidas y banquetes, a cual mas original. Invitaciones todos los días de la semana atentaban directamente contra la integridad física y podían, incluso, mandar a algún atolondrado al hospital antes de la nochebuena.
Eran agasajos culinarios sin precedentes donde los anfitriones trabajaban tardes enteras solo motivados por el regocijo futuro de sus invitados.
Almuerzos que comenzaban temprano plagados de entrantes, antipastos y buen vino, se extendían hasta bien entrada la tarde y podían, incluso, terminar en una cena improvisada cocinada en el mismo fuego del asado del mediodía.
En la madrugada del día siguiente, la gente satisfecha y embriagada emprendía el camino de regreso, para solo esperar la fiesta siguiente.
Eran otras épocas.
Hoy la cosa ha cambiado mucho. Y mas allá de alguna aparición furtiva en un canal de cocina, el asado, suele ser el gran ausente en las pocas celebraciones previas que se siguen organizando.
La gente ya directamente no invita - Vení si querés, te dicen al pasar como si el comentario alentara la concurrencia. Lo terrible es que a estos eventos “modernos” y “de hoy” no se lleva ni postre, ni helado. Ni siquiera un regalo; nada. Directamente hay que llevar ¡toda la cena! - Los chicos bebidas, las chicas comida, reza el mail frío y súper electrónico. Un poco como esos asaltos que se hacían cuando yo tenia 16 años y lo único importante era ver como bailabas con Marianita, la vecina.
Los pseudo anfitriones, que se animan y todavía invitan, los pocos que han quedado de la vieja guardia, te arreglan con dos docenas de empanadas y un DVD trucho. Las piden justo cuando llegas ...
- Pagamos la mitad cada uno, no te hagas problema, te comentan como al pasar sin darte mucho tiempo de reacción; obviando, por supuesto, la travesía de setenta kilómetros, que uno tuvo que hacer, hasta un country en el medio de la nada.
La crisis fue el denominador común de este 2009 que ya termina, no hay duda. Pero el sector que mas sufrió, ese que sintió el impacto bien de lleno y se conmovió ante el embate, fue el de las excusas, el facilismo y la falta de educación.