viernes, 15 de enero de 2010

Gladys y la fábrica de huevos

Nunca me gustaron las fiestas de buffet froid. Hay de todo, es cierto; pero igual no me gustan.

Y no es por la comida. Son mis amigos los que me complican, siempre me complican. Juro que los adoro, pero su precisión suiza, o su pasividad boliviana, hacen que sentarnos juntos nunca sea posible.

Tengo amigos conquistadores, muy ansiosos, al borde de la falta de educación. Muertos de hambre profesionales. Los que esperan la bandera verde para encarar el self service. Se abren paso a los codazos; parecen desesperados.

Con el plato atiborrado de langostinos, caviar y salmón (no pierden el tiempo con los quesos ni con la ensalada rusa) se sientan solos en una mesa de sillas vacías. Tan concentrados están en todo lo que tienen que comer, que no les importa quien se sienta con ellos. Lo único que les preocupa es corromper a algún mozo, y garantizar el suministro de champagne. De mas está decir que se olvidan de esperarte; mucho menos te guardan un lugar.

En la vereda de enfrente están mis amigos los indecisos. Indolentes y pasivos, parecen no arrancar nunca. Son esos de la dieta, la Coca Light, el agua saborizada y la ensalada verde. Como comer no les importa, se quedan hablando con la tía abuela del anfitrión de lo lindo que esta arreglado el parque para la fiesta. No se sirven nunca y terminan sentados con cualquiera. Pero, como hablan hasta con las piedras, tanto les da.

Y ahí en el medio quedo yo. Haciendo equilibrio entre la vorágine y la cámara lenta desesperante. Intentando gestionar una coordinación imposible, que nunca llega y que siempre me deja sentado en cualquier lado.

Otra vez, esta vez, me quedé sin lugar. Otra vez parado en el medio del parque, con el plato lleno buscando una mesa “amiga”.


Resignado me senté donde pude sin evaluar siquiera a los actores; a la larga era lo mismo. Desplegué mi servilleta amarillita, busque al mozo en la inmensidad de la noche y me llené la copa del mejor vino tinto que encontré.

- Sabés una cosa ... ehhh, perdoname ¿Cómo es tu nombre?
- Javier.
- Javier, encantado ... Mauricio, me dice estirándome la mano por encima de la mesa. - Ese vino que estás tomando, es de pequeñas cosechas, caro y bueno; lo traje yo.
- Ah mira vos que bien ... rico eh ..

Tratando de zafar del enólogo y buscando complicidad a mi derecha, me encontré con una señora, apendejada (no hay otra palabra) bastante venida a menos, pero haciendo lo posible por seguir “jugando en primera”; aunque, creanmé, con bastante dificultad.

- Encantada Gladys, me dice mientras me daba un beso de esos que te dejan pegado todo el perfume.
- Que tal Gladys como te va; Javier.
- Si, si ...escuché mientras le comentabas a Mauricio, lindo nombre .... Yo tenía un amigo que se llamaba como vos. ¿Sos amigo de Cristian?
- Si, bastante.
- ¿Y como no te vi nunca?
- Es que no vivo en Buenos Aires.
- Ah no ...¿Dónde vivís?
- En Estados Unidos, en Miami.
- Hay Ale .. le dice al marido, - ¡viste vive en Miami!
- Si Gladys, si lo conocemos ... no te acordás que lo veíamos siempre en Santino.
- Ah si, si, si ... ¿Cómo está tu mujer y esas hijas divinas que tenés? Tanto tiempo que no te veíamos ... Que lindo Miami .. que amorosa tu mujer ... que klfkliolkl y lo linda hshjdhjhdjhdh, que nunca i ejkenknkene y qkjskjahkjksjkjklsjghqtuyunmnqmnmq ...

No la quise escuchar más y me quedé concentrado en un revuelto de huevos que estaba buenísimo, mientras veía que esta mujer me seguía hablando de vaya a uno a saber que.

Me toca el brazo y me dice .. - Javier, están ricos los huevos.
- Si, la verdad que si.
- ¿Te cuento una cosa?
- ( ... a ver dale ...)
- Vos sabías que las gallinas ya no ponen los huevos que comemos.
- ¿Como?
- Si, si. Hace poquito estábamos con Ale .. en Miami, donde vivís vos (que divino .. que lindo clima .. que klfdklfksl;k;fkls) a punto de tomar un crucero y vemos que estaban subiendo los huevos al barco. Entonces, ¿viste como soy yo de metida? le pregunto al muchacho .. Decime una cosa querido ...¿Cómo hacen para que las gallinas pongan tantos huevos? Imaginate, Javier. Cinco mil personas, tres huevos por persona, por diez días, 1 millón y medio de huevos.
- No Gladys, 150,000 ...
- Bueno, es lo mismo, son un montón. La cuestión es que el chico me dice ... Gladys ... yo le dije que me diga Gladys ... estos huevos los hacen con una máquina. - ¡no! le dije yo .. y ahí nomás le pregunté a Ale; como el siempre sabe todo ...
- y Ale que te dijo
- Y ... que si el chico lo dice .. debe ser así.
- Claro .... si te lo dijo Ale.

La culpa la tiene el buffet froid.
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