lunes, 10 de mayo de 2010

Uno es multitud

El primer gran desafío que uno enfrenta al llegar a este país es dominar la soledad, mezquina y artera, propia y característica de la expatriación.  Una ciudad conocida, pero nueva y vacía. El mismo trabajo de siempre, pero con otros compañeros y un idioma, sabido, fluido y de manual, que todavía, luego de 8 años, no tiene la riqueza suficiente para poder escribir este blog.

Castellano al que le dicen español y que ni siquiera es de España. Hamburguesa por “choripán”, 5 puntos alternativos de cocción para un bife que siempre sale de la misma manera y 15% de propina, en todas las cuentas, aunque el servicio sea decididamente malo.

La familia siempre circunscripta a lo mas íntimo. No hay padres para ir al fútbol, madres que nos hagan favores, ni abuelos para malcriar.

Algún conocido, amigo de un amigo, que vive a 50 millas y que encima es un salame. Gente experimentada, pero con experiencias que no se pueden transmitir, y ni un solo número, en toda la agenda, que empiece con “305”.


Pero a medida que el tiempo pasa, y que los años se acumulan, aparecen los amigos, el cafe americano nos resulta bastante más rico y empezamos a sentimos a gusto hasta con la propina impuesta. Y esa misma soledad, que solía ser enemiga, se convierte, paradójicamente, no solo en aliada y compañera de reflexiones; sino en sosiego y remanso de toda una familia que, con el tiempo, se acostumbró a estar sola.

El próximo sábado mi hija del medio tomará su primera comunión. Y como parece que la ocasión ameritaba, nos visita media Ciudad de Buenos Aires. Padres de ambos bandos, abuelos por partida doble, tíos de grandes, tíos de chicos, hermanos que vienen seguro, hermanos que parece que lo hacen, cuñados, cuñadas, yernos, ahijados y hasta sobrinos. Un despliegue infernal que fulmina la soledad desde el sustantivo mismo.

Como resultado, e independientemente de los 250 fosforitos de mas que seguramente tendré que comprar, cada uno de todos estos integrantes, pretende dejar su marca personal en tamaña y cristiana celebración.

Se pelean por hacer la ensalada rusa, por el color de la torta, por la variedad de los saladitos, y en la elección de los platos calientes. Sugieren peinados, colores de lazos, globos, adornos y hasta dibujos para la estampita esa que dice “Recuerdo de mi primera Comunión” - Hay querida .... Acordate de darme una para que le lleve a tu tía Tita.


Como todo en la vida, como la soledad misma, esta fiesta también pasará.
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