Puede que la hora no sea exacta; pero me acuerdo clarito que mi viejo llegaba del trabajo justo antes del final.
Munido de un platito con cuatro traviatas (*), que mi mamá preparaba casi religiosamente, el tipo ni siquiera se sentaba. Mientras mordía la primera, en un mar de migas inevitable, te pasaba la mano por la cabeza para decirte hola. Y en la respuesta misma al saludo, cuando parpadeabas para que el pelo no te toque los ojos, te cambiaba de canal. Y así, casi como por arte de magia, Los Angeles, las motos y la aventura policial se te convertían en José Gomez Fuentes (*). Chau CHiPs, hasta mañana Poncherello, Javi correte que desde acá no veo nada.
La Zenith blanco y negro que teníamos estaba lejos y arrinconada contra la pared. Contrario a las casas "normales", mis viejos nunca creyeron en la tele como punto de encuentro familiar. Pero como la casa era chica y no había plata para un cuarto exclusivo, la escondieron lo mas que pudieron. Estéticamente impecable, pero definitivamente una odisea visual.
Estaba diseñada para uno. Los demás mortales adivinabamos entre dificultades propias de la antena, el imposible ángulo de visión y una pantalla chiquita y con reflejo. Era, casi, como "ver" la radio.
Del flagelo del noticiero y su volumen a fondo, pasábamos a Tiempo Nuevo (*); una tortura infantil, legal y permitida, casi tan aburrida como la antigua señal de ajuste de las 6 de la mañana. Y de ahi en adelante nos debatíamos entre el: "me quedo" y el "andate a dormir" hasta que la cosa sencillamente no daba para mas.
El tiempo pasó y compramos una casa mas grande. Y con mas plata la tele se puso mejor, con mas canales, cable y hasta en colores. Las traviatas se convirtieron en maníes y los noticieros, con mas minas, música y algo de deportes, siguieron siendo la misma porquería de siempre.
Pero, a fuerza de ser sincero, el control remoto, ese de la tele del cuarto exclusivo, ese poderoso del noticiero de los 70, no lo pude manejar nunca.
Muchos años después, una mañana linda y calentita de agosto, casi sin darme cuenta, me desperté casado, en familia y con tres hijos.
Mirando la foto, pareceriera que todo es diferente ¡Qué fácil golpearse el pecho y decir que lo estamos haciendo mejor! Puede que sea cierto, quizás no. Poco importa.
Son otros tiempos, otras costumbres, otro lugar y situaciones muy distintas. Otros recursos, millones de posibildades y una montaña mas de herramientas. Nuestros padres son definitivamente mejores que nuestros abuelos y, seguramente, nuestros hijos serán mucho mejores que nosotros. Es como debe ser. Una historia tan constante como infinita donde el libro se reescribe diariamente para siempre estar incompleto y nunca lograr la perfección. Para esto no hay manuales y si los hubiera, la letra chica sería casi tan larga como extenuante.
La relación de un padre con sus hijos fue y será una constante obra en construcción donde los roles son tan dinámicos como intercambiables.
Creo ser amo y señor de una paternidad que no entiende mucho de jerarquías, ni de posesión de controles remotos; pero que esta fundada en los mismos valores, en el mismo amor y en el mismo respeto por mi familia que me enseño el hombre de las traviatas.
Nos asiste, como padres, una responsabilidad grande; mayor a la que heredamos. Los tiempos que corren poco entienden de bondad y están carentes de comprensión, quizás, como nunca antes. Los mensajes de miedo, el revanchismo y la violencia son moneda corriente. Nuestra marca indeleble, nuestra propia trascendencia, nada tiene que ver con herencias materiales; sino con las convicciones y los valores que sepamos dejarles a nuestros hijos.
Redefinamos la paternidad que nos toca, asumiéndola como tal. Y construyamos nuestro legado desde el respeto y el amor; tal cual como lo hicieron con nosotros. Son valores simples en si mismos, pero tan grandes y poderosos que pueden destruir el odio, el resentimiento y hasta el dolor.
A la larga, habiendo recibido tanto, poco importa quien realmente maneje el control remoto.
Feliz día viejo ... y Gracias por tu amor incondicional.
(*) traviatas: Sandwich de galletitas de agua. Si no avisás ... viene siempre, siempre, de jamón y queso.
(*) José Gomez Fuentes: oscuro periodista, locutor y conductor del popular noticiero "60 minutos" emitido por el canal 7, hacia fines de los años setenta.
(*) Tiempo Nuevo: Popular programa periodístico y político conducido por los periodistas Bernardo Neustadt y Mariano Grondona.
(*) Tiempo Nuevo: Popular programa periodístico y político conducido por los periodistas Bernardo Neustadt y Mariano Grondona.