El desafío es grande, pero hay medidas drásticas que se deben tomar:
El sushi occidental y sus rolls prefabricados e industriales deben morir de una buena vez.
No es una cuestión japonesa. Este pedido nada tiene que ver con su cultura; mucho menos con una gastronomía casi tan vasta, como milenaria. Hablo de fast food local disfrazada, intencionalmente trucada. Combos de números, sin cajita feliz, concebidos y diseñados en Milwaukee, para un público que poco le interesa saber si lo que come es o no genuino.
"Nipones wannabe", devenidos devotos del jengibre y los edamames, amantes incondicionales de un wasabi de plastilina (*) que dicen es bueno y que no pica.
Terminenos con la categorización fashion, cara y top a base de arroz hervido, queso crema, salmón y palitos; tan mala y tan falsa como esa ensalada rusa con mayonesa que nunca conoció Moscú.
Y les pido por favor que no me vengan con el discurso discriminatorio berreta (*). No enarbolemos la bandera del sindicato del sushi master, ni nos ahorquemos con un cinturón de karate. Que quede bien clarito que acá no hay cuestiones de religión, de raza, o de credo. Acá no hay discursos nacionalistas, muros, barreras, ni políticas de inmigración. Los japoneses, los de acá, los de allá, siempre se la bancaron solitos. No necesitan subsidios, mucho menos la insignificante difusión de un blogger amateur.
Lo del sushi de estas tierras fue una importación forzada, trucha (*). La visión comercial impecable de algunos cocineros cool que la vieron. Entendieron, quizás mas rápido que muchos de nosotros, que podían vender un pionono (*) de arroz mucho mas caro que un bife de chorizo si sabían convertirlo en exótico y oriental. Y a base de onda, inteligencia e impecable promoción convirtieron algo, que en Japón ni siquiera existe, en objeto de culto, deseo y status social.
Para redoblar la apuesta, lo pintaron de diet y saludable. La combinación perfecta entre proteína y carbohidratos "buenos", rezan sus envoltorios; omitiendo, casi sin querer, que seis fatídicos Chicken McNuggets tienen casi la misma grasa y bastantes menos calorías que sus primitos pseudo orientales que se venden en el negocio de al lado.
No creo que haya que hacer mucho análisis para darse cuenta que un choripán, en la cancha o en La Brigada (*), es mucho mas que la mejor bandeja de california rolls. Tristemente "el chori" aun tiene precio de fast food. Y los rolls, tan falsos como industriales, se venden cinco y hasta diez veces mas caros; casi como si los hubiese preparado Nobu (*) en persona.
Seamos honestos. No hay un solo dragon roll, que le dure un round a una milanesa con papas a caballo. Por mas que vuele, sea verde, o tire fuego.
Después si la milanesa engorda, hace mal o te morís de colesterol a las dos horas, lo charlamos otro día. Aunque dicho sea de paso, no conozco una sola tira de asado que tenga mercurio, nunca los pollos al spiedo tuvieron amoníaco y la gripe porcina, esa que era pandemia ahí por el 2013, no fue la autoría de un lechón a la parrilla.
Así que aflojemos también con eso que el pescado crudo es saludable y que el arroz blanco se vuelve nutritivo cuando viene rodeado de una hojita de algas.
Tristemente la epidemia del roll se extiende y resulta que ahora es top comer sushi al paso en cualquier gran ciudad. Hay camioncitos, mostradores y hasta ventanitas que te dan dos por uno en una suerte de Happy Hour a la Hello Kitty. Ejecutivas divinas de tacos y minifalda se estiran en pleno Manhattan para alcanzar la bandejita de cartón que le da un supuesto sushi master todo chivado con la vincha de Karate Kid. No importa si se les ve el culo cuando se acercan a la ventana, no pasa nada si se manchan con el sachet de salsa de soja que produce Pepsico; total el plato tiene letritas japonesas, es cuadrado y super cool. Y como los japoneses son todos flacos, fibrosos y comen sushi, estos pedacitos seguro adelgazan.
Terminemos con la farsa muchachos. Revelemonós de una vez ante este imperio que atenta contra el gusto de nuestros hijos. No me entretengan la mesa con edamames, no quiero ver un solo kani-kama mas. Enarbolemos la bandera del asado, el bife, la empanada, la milanesa y los huevos con panceta. Y recordemos siempre que hace mas de 300,000 años ganamos una pelea dura contra los dinosaurios, simplemente por haber descubierto el fuego. Recojamos el legado, capitalizemos la experiencia y encendámos nuestras cocinas, nuestros hornos, nuestros fogones; aunque solo sea para cocinar.
(*) plastilina: material de plástico, de colores variados, que los niños usan como masilla de moldear.
(*) berreta: (lunfardo) de muy baja calidad.
(*) trucha: (lunfardo) falso.
(*) pionono: fina lámina de bizcochuelo, untado con dulce de leche y luego enrollado.
(*) La Brigada: parrilla top de la Ciudad de Buenos Aires
(*) Nobu: popular Chef japonés, dueño de la cadena internacional del mismo nombre