- Te juro que hice todo lo que pude. Puse avisos en los diarios, fui a la radio y hasta salí un día por la tele mostrando las notas de este mismo cuaderno.
Me contó también que había hablado con generadores de tendencia, con relacionistas públicos, con expertos en redes sociales y hasta con DJs de relativa influencia. Pero no había podido convencer a nadie.
Desahuciado, buscaba remanso anímico en su círculo mas íntimo. Rendido intentaba convencer, al menos, a alguno de los suyos.
- Escuchalo, seguro te gusta; me dijo mientras me daba un cassette TDK de 90 como si fuese un trofeo - Está buenísimo, le dije mirando rápido la lista de temas y pensando como iba a hacer para escucharlo - Decime una cosa ¿vos querías convencer a gente joven con esto? ¿con un cassette?
- Sabés que pasa Javier, yo quiero ayudar. Enseñarles, mostrarles, aunque sea a los mas chicos, como era antes.
Me costó contener la risa.
- No te rías boludo, ¿yo te hablo en serio y vos me tomás en joda como todos los demás? Los pibes de hoy, tus hijos, los míos o los de cualquiera, no entienden de amor, de romance. No conocen, ni se imaginan, lo que significa experimentar la magia de una conquista como las de antes. Sin información previa, sin herramientas como las de hoy; a fuerza de lentos. Y no es casualidad, creeme. ¡Si andan todo el día rebotando con esa música electrónica! Todo el día pegados al celular. Chatean entre si en el mismo edificio; hasta en el mismo cuarto. No se abrazan, no se llaman, no se dicen cosas lindas; solo textean y se sacan fotos a si mismos.
Traté de convencerlo explicándole que el romance y el amor existirán siempre, solo que las cosas cambiaron; pero no hubo caso. La cosa terminó abruptamente y el tipo se fue de casa mas enojado de lo que vino. Hasta se llevó el cassette que ya me había regalado.
La verdad, me dejó pensando.
Mucho mas allá de épocas, tendencia, moda, celular o romance; y sin caer en la trampa fácil del meloso de Sergio Dalma, bailar pegados siempre fue la mejor de las propuestas.
Yo no cambio ni un lento de los que tuve oportunidad de bailar por las supuestas ventajas de estos pibes de hoy. Pero también reconozco que la cantidad de herramientas que esta generación posee es tan grande, tan vastos son sus recursos, tanta es la información disponible en una pantalla que se ilumina el día entero que, honestamente, ya resulta un derroche.
Historias diarias e inagotables provistas de audio y video. Snaps de cuerpo entero que se borran a las 24 horas. Perfiles personales que incluyen fotos en otoño, invierno, primavera y bikini. Streams compartidos. Textos con archivo para no olvidarse lo que uno dijo alguna vez y no pisarse. Grupos de chats con cientos de personas y tantas otras cosas, que hasta algunos se dan el lujo de elegir cuales usan y cuales no.
Un poco como aquel que todo lo tiene y no logra darse cuenta de la abundancia de la que dispone, estos chicos dan por sentada la cantidad inagotable de información a su disposición y simplemente la subestiman.
Una base de datos única. Historia académica desde jardín de infantes hasta posgrado. Experiencia gastronómica. Lugares de veraneo. Auto del padre. Club del hermano; y hasta los nombres de sus dos sobrinitos preferidos. Gustos musicales, recitales a los que fue desde que nació y un video del karaoke en el que estuvo hace 6 meses. Marcas de ropa preferida, de anteojos, el quinto tatuaje que se hizo y en donde … y juro que no me alcanzan 10 posts para escribir todo lo que falta o que, directamente, no conozco.
Herramientas únicas para los hábiles, los manipuladores, los observadores o los intuitivos. Pero también válidas e inmejorables para los tímidos, los no tan populares, o para los decididamente cortos de carácter.
Los lentos eran geniales. El último bastión romántico de toda una generación pero, para esta gente, serían solo un juguete mas. Otro Lego, otro iPhone, otro viaje en avión. Una herramienta mas en una caja enorme que ya rebalsa.
Los tiempos no son mejores ni peores son, sencillamente, otros. Pero hay algo que es muy cierto: los lentos nuestros son de antes, de otra época, de otro tiempo que ya pasó. Y estos chicos de hoy, lamentablemente, no se los merecen.
Traté de convencerlo explicándole que el romance y el amor existirán siempre, solo que las cosas cambiaron; pero no hubo caso. La cosa terminó abruptamente y el tipo se fue de casa mas enojado de lo que vino. Hasta se llevó el cassette que ya me había regalado.
La verdad, me dejó pensando.
Mucho mas allá de épocas, tendencia, moda, celular o romance; y sin caer en la trampa fácil del meloso de Sergio Dalma, bailar pegados siempre fue la mejor de las propuestas.
Yo no cambio ni un lento de los que tuve oportunidad de bailar por las supuestas ventajas de estos pibes de hoy. Pero también reconozco que la cantidad de herramientas que esta generación posee es tan grande, tan vastos son sus recursos, tanta es la información disponible en una pantalla que se ilumina el día entero que, honestamente, ya resulta un derroche.
Historias diarias e inagotables provistas de audio y video. Snaps de cuerpo entero que se borran a las 24 horas. Perfiles personales que incluyen fotos en otoño, invierno, primavera y bikini. Streams compartidos. Textos con archivo para no olvidarse lo que uno dijo alguna vez y no pisarse. Grupos de chats con cientos de personas y tantas otras cosas, que hasta algunos se dan el lujo de elegir cuales usan y cuales no.
Un poco como aquel que todo lo tiene y no logra darse cuenta de la abundancia de la que dispone, estos chicos dan por sentada la cantidad inagotable de información a su disposición y simplemente la subestiman.
Una base de datos única. Historia académica desde jardín de infantes hasta posgrado. Experiencia gastronómica. Lugares de veraneo. Auto del padre. Club del hermano; y hasta los nombres de sus dos sobrinitos preferidos. Gustos musicales, recitales a los que fue desde que nació y un video del karaoke en el que estuvo hace 6 meses. Marcas de ropa preferida, de anteojos, el quinto tatuaje que se hizo y en donde … y juro que no me alcanzan 10 posts para escribir todo lo que falta o que, directamente, no conozco.
Herramientas únicas para los hábiles, los manipuladores, los observadores o los intuitivos. Pero también válidas e inmejorables para los tímidos, los no tan populares, o para los decididamente cortos de carácter.
Los lentos eran geniales. El último bastión romántico de toda una generación pero, para esta gente, serían solo un juguete mas. Otro Lego, otro iPhone, otro viaje en avión. Una herramienta mas en una caja enorme que ya rebalsa.
Los tiempos no son mejores ni peores son, sencillamente, otros. Pero hay algo que es muy cierto: los lentos nuestros son de antes, de otra época, de otro tiempo que ya pasó. Y estos chicos de hoy, lamentablemente, no se los merecen.