El 20 de septiembre pasado, mi cuento "La universidad de la vida" clasificó para la final de Cuentomanía 2018; una competencia de cuentos cortos que se organiza en mi ciudad.
El ganador del certamen se conocerá el próximo 10 de diciembre en un evento lindo y colorido. Pero, más allá del resultado futuro, quería participarlos de este éxito y compartir con ustedes esta alegría inmensa que me invade.
Para celebrarlo, le di vacaciones a los Onetti (solo por unas semanas) y escribí este cuento que quizás sea hasta "alegórico".
¡Gracias por leer!
Freddy McLean se sentó en el último banco de la iglesia repleta, y miró para todos lados en busca de caras conocidas. Lo habían invitado de compromiso a esos casamientos típicos de la sociedad porteña, donde todos son medio parientes, pero casi nadie se conoce muy bien del todo.
La novia aun no había llegado, y la gente se saludaba, charlaba, y se acomodaba como podía, en los pocos lugares que quedaban, o contra las paredes de los costados.
Se casaba la hija de una prima segunda de la hermana más chica de la mujer de McLean, eran siete en total, y el protocolo decía que había que estar presente, aunque no la veían a la chica desde su sacramento anterior.
Freddy veía algunos amigos en los bancos de adelante, pero prefirió el anonimato del fondo y la charla espontánea con algún desconocido, de esos que siempre hacen la misa mucho más divertida y llevadera.
Sentado en la punta del último banco estaba un señor grandote, de unos 60 años, muy elegante, que se paró amablemente para que Freddy y su mujer pudieran pasar y sentarse.
- Encantado, le dijo entre el murmullo y sonriéndole amigablemente mientras se acomodaba nuevamente en su lugar - Roberto Donati.
- Encantando señor, encantado, dijo McLean desabrochándose el saco y estrechándole la mano con firmeza. - Alfredo McLean ¿Usted es de la familia del novio?
- Amigo. Soy un amigo de la familia.
- Ah que bien, que bien, dijo McLean silenciando su teléfono - ¿Los conoce del campo? ¿Usted también tiene negocio de campo como ellos?
- No, no; nada que ver. Se ve que tengo pinta de estanciero, dijo Donati divertido. Yo soy asesor. Asesor de Pasiones.
- No le entendí bien, disculpe. Es que hay un ruido bárbaro y además estoy medio sordo ¿Asesor en acciones me dijo?
- No, de Pasiones. Con "P" de papá.
- Disculpe mi ignorancia, dijo McLean intentando no reír, pero es la primera vez que escucho una cosa semejante. No sabía que la pasión era una profesión. ¿Usted es sacerdote?
- No hombre no, nada que ver ¡Si me casé dos veces y tengo tres hijos! Lo mío no tiene absolutamente nada que ver con la religión. Yo soy un asesor de esos con oficina, secretaria, reuniones, teléfonos ...
- Increible. Le juro que nunca me hubiese imaginado un trabajo así.
- Es que en realidad somos muy pocos. Acá, en Argentina, estoy yo y un señor viejito que trabaja en San Telmo. Pero él ya está medio retirado, casi ni trabaja.
- Perdone señor ... ¿Donati me dijo no? ¿le hago otra pregunta? Yo se que es de mala educación preguntar tanto, pero me da mucha curiosidad ¿Le molesta?
- No, para nada. Dígame.
La iglesia entera se puso de pie y las puertas dobles se abrieron para dejar entrar a la novia.
- Sabe, me contaba un conocido en la puerta que, ahora que estos dos chicos se casen, las dos familias serán dueñas de la soja de media Argentina, dijo McLean muy serio mientras la novia les pasaba "blanca y radiante" por el pasillo. - Hace años que estas familias buscan esta unión. Mi sobrina estaba viviendo en New York, y medio se estaba enamorando de un negrito de esos raros; creo que de la India, o de Nigeria. Por suerte volvió. Bueno, en realidad, el padre la obligó a volver ¡Imagínese, si no, en el desastre que hubiese terminado todo esto!
Y dígame Donati, ¿en que consiste el trabajo ese que usted hace?
- Ah si, me distraje con el cuento de la soja y el negrito, dijo Donati mirando al frente, y levantando la voz por sobre la marcha nupcial. - En el mundo hay dos grandes corrientes de asesores pasionales. Están los que trabajan casos de amor solamente, y otros que se dedican solo a la pasión profesional.
Asesores como yo, que se dediquen a los dos grupos a la misma vez, hay realmente muy pocos. Sabe que pasa, el negocio grande está en lo profesional; entonces las empresas prefieren asesores más comerciales para ganar más dinero.
- No le entiendo.
La iglesia se sentó en silencio.
- Tiene razón, es que no es tan fácil de entender, dijo Donati susurrando, mientras una señora del banco de adelante lo miraba para que se calle. - Los asesores comerciales no son asesores de verdad. Laburan con un manual, y dan tres o cuatro cursitos generales para que los empleados de una empresa luzcan "apasionados" con su trabajo. El cliente se siente identificado, y termina comprando las cosas que le venden.
Somos pocos los que creemos que la pasión no tiene divisiones. Amor, vocación, trabajo, o club de fútbol son parte de la misma pasión. ¿Le gusta el fútbol?
Freddy negó con la cabeza.
- Bueno no importa. La pasión es la misma para todo. No se puede separar. Es como los sentimientos.
- ¿Y tiene mucho trabajo?
- Cuando empecé no me contrataba nadie. Ahora no doy abasto. La gente no sabe donde está parada McLean. Cada vez tiene menos compromiso consigo misma. Estudian cualquier cosa para salir del paso, trabajan en el lugar que más les paguen, y se frustran cuando cumplen 40.
- ¿Y trabaja para una empresa o solo? arremetió McLean aun más interesado mientras todos se volvían a parar.
- Trabajo por mi cuenta, tengo una oficina muy linda en la calle Lavalle, justo en frente a la plaza; cerquita de Tribunales. Antes trabajaba para una empresa grande multinacional. Estando ahí asesoré a mucha gente importante.
- ¿Ah si? No me diga ¿A quién por ejemplo?
- En realidad no debería decirle por el tema este del secreto profesional.
- Dele hombre, si ya no está más ahí.
- Eso es verdad; pero de todas maneras ... Mire le digo una que al final la agarró un colega inglés ¿Cómo se llama esta chica famosa que escribió el libro de Harry Potter?
- ¿Usted asesoró a JK Rowling?
Asesorar, asesorar al 100%, no. Sabe que pasa, con el tema del idioma la pasión es difícil de transmitir. Mire que yo hablo bastante bien en inglés. Estudié en el Lenguas Vivas, hice de chiquito el First Certificate ¡si hasta hice un intercambio en Londres en una casa de familia! Pero la pasión es otra cosa, sale desde el alma.
Le cuento algo más de la cocina de la profesión. Para mi la más grande de todos los tiempos, en temas de pasión, sigue siendo La Cigüeña.
- ¿Qué cigüeña?
- La de París, la que trae los bebés.
- ¿Usted me esta cargando?
- ¿Ve lo que le digo? Nadie cree que existe. Hoy por hoy, ni siquiera los chicos creen en esa cigüeña. Pero la tipa es una apasionada de su trabajo. Ella cree mucho en si misma, en sus obligaciones muy a pesar del descrédito de la gente. Encima trabaja por nada, por el pancho y la Coca. En realidad en París le dan un sandwich de jamón cocido y manteca. Y creo que le pagan algunos viáticos, y los pañuelos esos en los que lleva los bebés; pero para el caso viene a ser más o menos lo mismo.
Freddy escuchaba incrédulo, mientras las señoras paquetas de adelante los miraban con ojos de furia por interrumpir la misa con la charla.
- Otro gran referente de la pasión integral es el ratón Perez, dijo Donati golpeándose la rodilla con la palma. A él lo ayudo mucho un colega mejicano, bastante reconocido, cuando tuvo un temita con la inmigración de los Estados Unidos.
El problema era que no lo dejaban pasar por la frontera a buscar los dientes de los mejicanos que vivían ahí.
¿Vio que los gringos tienen al hada esa de los dientes? Bueno, hubo todo un tema con su visado de trabajo ¡No se lo querían dar! Le decían que había americanos que podían hacer su trabajo mejor que él, y que sus servicios no eran necesarios en Estados Unidos. Además le hacían problema con el efectivo que llevaba ¡Un tema absurdo! Estuvo muy mal, muy deprimido. Incluso llegó a cuestionarse seriamente si su pasión, realmente, estaba ahí. Pero, con la ayuda de este señor, el tipo salió adelante, volvió a creer en lo suyo, y ahora trabaja en todo el mundo. Si no hubiese sido por esa gran pasión ...
La mujer de McLean le pidió a Freddy que deje de hablar de una vez, pero la charla era mucho más interesante que la misa.
- Que interesante Sr. Donati, continuó McLean. - Y dígame una cosa ¿Usted cómo ayuda a sus clientes? ¿Cómo hace para que su consejo llegue? ¿Por dónde empieza?
- En realidad mi trabajo consiste en la búsqueda misma de la pasión. Todos la tenemos, aunque este guardaba o escondida.
Pero la clave no es solo encontrarla, sino luego administrar el caudal.
- No le entiendo
- Claro, le doy un ejemplo: La gente suele pensar que las enfermedades cardíacas surgen como consecuencia de comer mal, de no hacer ejercicio. Es obvio que eso influye. Si usted pesa 120 kilos y no corre ni un rumor, lo más probable es que, a la larga, le dé un bobazo. Pero los muy apasionados, aun haciendo “todo bien”, sufren mucho del corazón.
Yo los ayudo a regular esa pasión que tienen, para que no la saquen toda de golpe. De ese modo, no se lastiman.
Ayudo también empezando desde el trabajo. ¿De que sirve trabajar de algo si uno sufre? No hay dinero que compense el placer de hacer algo apasionadamente. Y créame, aquel que trabaje con verdadera pasión será, en su pequeño mundo, millonario. Pero la gente no se anima, les cuesta. Cambia seguridad por pasión, y no se da cuenta que nunca será feliz.
Ya McLean no se reía. Ni siquiera sonreía - ¿Y cuál es su pasión personal Roberto?
- ¿La mía? Dijo Donati riendo incómodo y sonrojándose. - Lograr que la gente ame apasionadamente, sin condicionamientos de nadie. Y que esa misma pasión, porque a la larga es la misma, los ayude a buscar su verdadero lugar en la vida, sin perder nunca la ilusión.
- Me mató. Y yo que pensaba que siendo abogado hacía un trabajo importante. Aunque lo suyo, y le digo esto desde la crítica constructiva, parece un poco naive, hasta lírico.
- Y si. Yo incluso le diría que el mayor motor de la pasión es el lirismo, la inocencia.
Pasión, ilusión, imaginación está todo muy pegado, mi estimado McLean. Fueron siempre los apasionados, los líricos, los que cambiaron el mundo.
La gente que no descubre su pasión, probablemente nunca entienda muy bien que es el amor.
La misa se detuvo, y un chiquito rubio le acercó los anillos al sacerdote.
- Deme un momento McLean que esta es la parte que no me quiero perder, dijo Donati parando su explicación de golpe.
El cura bendijo las alianzas, y le preguntó a la novia si aceptaba al novio por esposo. La chica dijo que si, muy segura y muy resuelta; y la señora antipática de adelante, rompió en un llanto de emoción.
Mirando al novio de frente, el sacerdote repitió la pregunta, y le acercó el micrófono para que la iglesia entera pudiese escuchar su respuesta.
El “no”, tembloroso pero rotundo, del amigo de Donati resonó fuerte en la cúpula del altar, sorprendiendo a todos. Hubo un instante de silencio; luego el murmullo general se apoderó de la nave, mientras la novia lloraba desconsolada en brazos de su padre.
- Bueno, hasta acá llegó lo mío, mi estimado McLean, dijo el asesor de pasiones dándole una palmada a Freddy en la espalda. - Quedo a su disposición por cualquier cosa que necesite. Salúdeme a su mujer de mi parte - veo que se fue - y encantado de conocerlo.
Salió del banco, despacio y con cuidado, para no tropezar. Y, mirando al novio de lejos, con compasión, se perdió entre la gente que ya se amontonaba en los pasillos para ver que había pasado.
lunes, 8 de octubre de 2018
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