viernes, 6 de junio de 2025

El gitanito

 La última vez que lo vi al gitanito José Luis fue en el cumpleaños de Betina Baygorria, en enero del 82. Recién había terminado el secundario y hacía changas de verano trabajando de mago en fiestas infantiles. Yo tenía diez y Betina cumplía once años ese día.

El gitanito vivía a la vuelta, en una casa enorme, con un jardín adelante vacío de plantas y sin pasto, repleto de autos buenos en malas condiciones.

El papá fumaba todo el día sentado en la puerta, cuidando esos coches destartalados, juntándose con tipos que parecían familiares. La madre leía las manos, decía adivinar el futuro. Caminaba el barrio en sandalias bajas, con un vestido de mil colores, ancho y largo hasta el piso. Era linda Zaira, la mamá del gitanito. El pelo oscuro, largo, casi siempre suelto o atado en una cola baja. Las pulseras le tintineaban en los brazos morenos, brillaban con el sol los aros de argollas. Tenía un acento distinto, un castellano curioso, de palabras raras. "Son moros que vinieron de Andalucía", comentaban las señoras en el barrio. Decían que José Luis tenía dos hermanas que nunca conocí y que él, el gitanito, era el único que había nacido en Argentina.

viernes, 16 de mayo de 2025

Los impacientes

El sábado pasado, antes de desayunar, pasé por lo del relojero a cambiar la pila de un Casio y me encontré con el local cerrado, casi vacío. La luz de tubo seguía encendida, pero ya no estaban las herramientas, ni la lupa gigante con la que Elías arreglaba los relojes. Se habían llevado también su silla, el cartel de representante de Rolex, los relojes digitales y las calculadoras para vender. Quedaba el mostrador de fórmica percudido, desolado.

Nunca había visto las paredes color vainilla tan desnudas. Solo un póster de Citizen descolorido por el sol y un diploma de un torneo de dominó. Alineadas en lo alto de la pared del fondo, cinco manchas redondas idénticas, grandes como discos de vinilo. Eran las huellas indelebles de cinco relojes, de la hora de cinco ciudades.

"Gracias por estos 30 años", decía el cartel escrito en inglés, pegado en la puerta de vidrio.

martes, 24 de diciembre de 2024

El buzón

Hace unos días, un amigo me presentó a Papá Noel en el Mall de las Américas. Lo encontramos almorzando y medio de casualidad. En realidad, él nos vio primero; estaba escondido atrás de unos maceteros, en el fondo de la plaza de comidas, con anteojos de sol y una gorra del Inter Miami.

Levantó el brazo bien alto al vernos; hacía señas para mostrarnos que tenía lugar para nosotros en su mesa. No era fácil reconocerlo sentado y desde lejos, a pesar de la barba blanca y la nariz como la de Elton John. Se había sacado el saco y apenas se le veían las botas por encima del pantalón rojo de terciopelo.

viernes, 25 de octubre de 2024

Purple Heart

It’s November 21 and still hot. Dennis Almada reads the Miami Herald seated in the rocking chair he keeps on the front porch of his house. “Qatar 2022— Argentina’s last chance” — reads the sports supplement; a giant drawing of Messi covering the front page. 

Dennis woke up early today, combed his white hair back with water and swallowed six pills down with coffee. His glasses are greasy, and they don’t sit straight; he doesn't even care about the green filth that has collected around the hinges. His mind is focused on one thing only —He needs to be certain he can watch the rest of the World Cup for free. 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Cora

Es lunes y Cora se baja del colectivo que la trajo desde Rafael Castillo. El sol recién sale y no hay ni una nube; todavía está fresco para diciembre. 

El tráfico pasa lento y los camiones levantan la tierra que quedó en la avenida después de la tormenta. Algunos de los que caminan por la vereda rota entrecierran los ojos, otros se sacuden la ropa. El gobierno acaba de cambiar, pero todo sigue más o menos en el mismo lugar. Las caras felices de los candidatos, en los afiches de campaña, contrastan con las de la gente; por la calle nadie sonríe, ninguno usa corbata. En los cercos de los baldíos, en los muros de la estación, las promesas recién pintadas se mezclan con otras viejas e incumplidas. Faltan dieciocho horas para la nochebuena. 

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